viernes, 6 de marzo de 2015

Toxicidad y residuos en materias primas de origen vegetal

Normalmente, las especificaciones y criterios de aceptación de materias primas y sustancias activas vienen descritas en monografías oficiales, o en su defecto, por el propio fabricante que las documenta a través del boletín o certificado de análisis correspondiente. Si la materia es de origen natural, debe vigilarse especialmente la variabilidad de dichas especificaciones, y en el caso de principios activos, la calidad debe estar perfectamente caracterizada, tanto cualitativa como cuantitativamente. Además de las ausencia de elementos extraños, pureza, falsificación y otros criterios de control, la ausencia de tóxicos y residuos debe estar garantizada.

Con relación a las materias primas de origen vegetal, existen riesgos tóxicos derivados de la propia composición y naturaleza química de la especie vegetal en cuestión, como pueden ser el contenido en alcaloides, hidracinas con actividad cancerígena, fotosensibilizantes o ciertos polifenoles inductores cancerígenos entre otros (ver tabla). Además hay que considerar las micotoxinas producidas por mohos del género Aspergillus, Penicillum y Fusarium principalmente, que pueden tener efectos mutágenos, cancerígenos, neurotóxicos, etc.


Alcaloides
Glicirrizina, Coniina, Solanina
Cancerígenos
Hidracinas, Furocumarinas, Safrol, Estragol, Catecol
Estrogénicos
Genestina, Cumestrol, Zearolenona
Aminoácidos tóxicos
Latirismo
Hemaglutininas o Lectinas
Ricina, Fitohemaglutininas
Toxinas
Amatoxinas, Orellanina, Coprina


Destacan desde luego las aflatoxinas producidas por el género Aspergillus, que se vigilan especialmente en oleaginosas, sus harinas, piensos animales derivados del maíz, y en leche y huevos, contaminados a través de los piensos. El Reglamento Europeo 401/2006, establece los métodos de muestreo y de análisis para el control oficial del contenido en aflatoxinas, ocratoxina A, patulina y micotoxinas del Fusarium.




Por otro lado, el riesgo toxicológico puede deberse a la permanencia de residuos de sustancias ajenas a la propia materia vegetal, como los Fitosanitarios y sus metabolitos. Sus efectos a largo plazo son debidos a la acumulación en tejidos grasos de las moléculas activas como tales y de sus metabolitos primarios, ambos de naturaleza lipófila. Los límites y métodos de ensayo de pesticidas en drogas y preparaciones vegetales, se recogen en la Farmacopea, de forma no exhaustiva.

El Reglamento (UE) 396/2005 y sus versiones consolidadas, recoge los límites máximos de residuos de plaguicidas (LMRs) en alimentos y piensos de origen vegetal y animal. El establecimiento legal de los LMRs es paulatino y no abarca al total de moléculas y/o metabolitos posibles. Dentro del marco europeo, cuando un producto no dispone de un LMR comunitario, debe aplicarse el límite del país importador. Los programas de vigilancia establecidos en Europa, detectan en productos frescos, entre un 3-8 % de incumplimiento de estos límites por término medio, aunque la exposición humana, en general, está por debajo de los niveles de ingesta diaria admitida, para este tipo de productos.

Los Biocidas fueron agrupados bajo una denominación común por la Directiva 98/8/CE del Parlamento Europeo, e incluyen numerosas sustancias utilizadas para el control de plagas, además de otras aceptadas tradicionalmente en la horticultura, industria alimentaria, hospitales o en el hogar, para el control del crecimiento microbiano.


La normativa establece y define Residuo como « Una o varias de las sustancias presentes en un biocida que constituyan los restos de su utilización, incluidos los metabolitos de dichas sustancias y los productos resultantes de su degradación o reacción ». Las sustancias potencialmente tóxicas utilizadas con este fin son numerosas, como los compuestos fenólicos y derivados, la polihexametileno-biguanida, el dióxido de azufre, las cloraminas, los bromuros de alquilo, cloruros de alquilo o arilo, anilidas, antibióticos como la nisina, etc., y de muchos de ellos se desconoce su mecanismo de acción celular y molecular. Además debe considerarse la posible aparición de residuos en la materia vegetal procesada, proveniente de detergentes utilizados en higiene industrial y alimentaria con propiedades bactericidas, como los tensioactivos catiónicos, o los anfóteros como la dodecil-diamino-etil-glicina, o de sustancias secuestrantes como son los polifosfatos inorgánicos, y los orgánicos, como el ácido etilén-diamino-tetra-acético, el nitrilo acético, o los ácidos glucónico y heptónico. Otra tipología de sustancias se adicionan al biocida con distintos fines como por ejemplo el bromuro sódico, que libera bromo aumentando el poder bactericida de aquel.

Otro grupo de residuos tóxicos potenciales es el de los antioxidantes, ya que intervienen de forma inadvertida en la composición de ciertas materias primas. Los antioxidantes son utilizados en general para retardar o impedir oxidaciones catalíticas y enranciamientos de sustancias susceptibles. 

El tratamiento y uso del producto vegetal va a condicionar su contenido final de residuos. El tratamiento por calor suele degradar los plaguicidas por completo. Así pues, los aceites esenciales obtenidos por prensado en frío, o la obtención de principios activos a partir de ciertas pieles de frutos, como los polifenoles de la piel de uva, son ejemplos típicos de materias primas potencialmente susceptibles de rebasar los límites permitidos de plaguicidas.

En la página web de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), en su sección « cadena alimentaria », se recoge una descripción detallada de los principales contaminantes y riesgos implicados en los productos de consumo de origen vegetal y animal.

http://aesan.msssi.gob.es/AESAN/web/cadena_alimentaria/subseccion/fitosanitarios.shtml


Se incluyen contaminantes de tipo biológico (TIA), químico (fitosanitarios, contaminantes agrícolas, industriales, orgánicos persistentes, aditivos, residuos de medicamentos veterinarios, etc.), o nutricionales (nuevos ingredientes, adición de vitaminas y minerales, etc.).

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